tataritinga

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10 de enero de 2013

16 de octubre de 2012

Contame un cuento chino

Soy un aglomerado de yos en mi cuerpo.
Me reconozco y me desconozco.
Me siento y me pierdo. Soy enormemente inconmensurable. Soy algo que no llegué a descubrir todavía. Estoy en eso.
Me pienso cada día de manera distinta, parecida, pero distinta, y así voy construyendo el score del día, de la semana, del mes. De la época que vivo conmigo.
Soy un juego, un campeonato de truco, o soy un laberinto.
Dentro de mí está todo, mi pasado y mi futuro. Afuera está mi presente.
Me sirve para salir de mí y estar afuera, en la realidad.
Esta diversidad de frentes simultáneos que son mi persona, personalidad y comportamiento en conjunto mi desafío más grande.
¿Cuánto tiempo me voy a sostener? ¿Cuánto aguanta el sistema? ¿Colapsa o se banca?
Sin duda esta historia no funciona sin amor.
Amor a la vida.
Amor a la gente que nos toca de cuna, de karma.
A los amores elegidos, encontrados y mágicamente asimilados con amores de esta vida.
El amor me conduce anestesiado por todo lo demás, que es inconmensurable.
Anestesiado no porque no sienta nada, sino porque el amor es el sentimiento que se aloja allí, en el corazón, en el alma y ocupa el espacio que está vacío.
Vivir es eso: aprender a llenar la vida de amor. Llenar los vacíos de vida.
A completar lo que nos es dado, para así vivirlo y amarlo día a día.
Un cuento chino, no por lo imposible. Por lo sutilmente complejo y fácil, como milagro que miras suceder y parece un solo gesto del universo y en él está todo el universo inconmensurable.